El aparato digestivo es uno de los sistemas más importantes de tu organismo pues se ocupa de transformar los alimentos que consumes y de su digestión, además de jugar un papel clave en la maduración del sistema inmunitario. Su correcto funcionamiento dependerá de que la flora o microbiota intestinal esté equilibrada para lo que es fundamental la dieta y los hábitos que mantengas en tu día a día. Un desequilibrio de la misma puede contribuir a la aparición de diversos trastornos o enfermedades en el intestino. Entre las enfermedades más relevantes que afectan al intestino se encuentran las intolerancias alimentarias, el síndrome del intestino irritable o la enfermedad inflamatoria intestinal (que incluye la Enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa), entre otras.
Síndrome del Intestino Irritable
El Síndrome del Intestino Irritable se trata de un trastorno funcional crónico que afecta al tubo digestivo. Entre los síntomas que suele producir se encuentra el dolor o molestia abdominal, hinchazón abdominal y la alteración en las deposiciones. Según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), entre un 10 y un 20% de la población en algún momento experimenta sus síntomas, pero solo el 15% consulta con el médico. Su manejo es complicado y, aunque el pronóstico no es malo, si supone un fuerte impacto para la calidad de vida de quienes lo sufren. Una de sus causas parece ser una alteración de la microbiota intestinal por lo que para mitigar o aliviar los síntomas, además de seguir una dieta individualizada y personalizada a cada caso, puede ser aconsejable la toma de probióticos que restablezcan el equilibrio de la flora.
Intolerancia a la lactosa
Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, en España una de cada tres personas no tolera la lactosa, aunque muchas de ellas no lo saben. Entre los síntomas que suelen padecer las personas que toman leche o productos con lactosa se encuentran el dolor abdominal, los gases, la hinchazón abdominal, alteraciones en la deposición o náuseas. En estos casos, los intolerantes a la misma deberán suprimir de su dieta todos aquellos productos que contengan leche e incluir alimentos sin lactosa. Los derivados de la leche fermentados, como los yogures o el kéfir, presentan mucha menor cantidad de lactosa y pueden ser mejor tolerados por aquellas personas con intolerancias leves. En los pacientes intolerantes, la restricción de productos lácteos deberá ir asociada a aumentar la ingesta de alimentos con calcio como determinadas verduras, pescados o semillas como el sésamo.
Enfermedad Celíaca
Se trata de una enfermedad de origen autoinmune por la cual se produce un daño en la mucosa intestinal como consecuencia de la ingesta de gluten, presente en el trigo, la cebada o el centeno, entre otros. Según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), su prevalencia se estima en el 1% y es más frecuente en mujeres, aunque el 75% de las personas que la sufren están sin diagnosticar. Se caracteriza sobre todo por una inflamación en la mucosa del intestino delgado y provoca síntomas como diarreas, náuseas, vómitos, distensión o dolor abdominal, pérdida de apetito y de peso, cansancio o fatiga, entre otros. El tratamiento pasa por la exclusión de la dieta de los cereales que contienen gluten y de todos los alimentos o productos que puedan tenerlo.
Enfermedad de Crohn
Está incluida dentro de la categoría de enfermedad inflamatoria intestinal, pues se trata de un proceso inflamatorio crónico del tracto intestinal que provoca úlceras a lo largo de todo el tracto intestinal, de causa aún desconocida, pero con un fuerte componente de mala regulación inmunológica y del ecosistema intestinal. Aunque puede aparecer a cualquier edad, sobre todo debuta en personas de entre 16 y 40 años. Como puede afectar a cualquier parte del intestino, los síntomas pueden ser muy variados e incluyen cólicos, dolor abdominal, diarrea, fiebre, pérdida de peso e hinchazón. Estas personas deben seguir una dieta variada y equilibrada, y se suelen tratar con diferentes tipos de fármacos, aunque muestran cierta dificultad para conciliar la vida laboral y/o académica con la enfermedad, así como limitaciones para la vida en pareja e incluso la posibilidad de ser padres, según un reciente estudio.
Colitis Ulcerosa
También es una enfermedad inflamatoria intestinal crónica asociada a una respuesta inmunológica que provoca daños y ulceraciones en el colon. Según diferentes estudios epidemiológicos, afecta a grupos de personas de entre 25 y 35 años y de entre 65 y 75 años en mayor medida. Se manifiesta con brotes que pueden aparecer de forma intercalada, siendo el síntoma más frecuente la presencia de sangre en heces. También pueden darse diarreas, urgencia rectal o dolor abdominal, entre otros. En algunas ocasiones puede aparecer fiebre, taquicardia, pérdida de peso, náuseas y vómitos. Sus causas no están muy claras pero podría deberse a una combinación de factores ambientales, alimentarios e infecciosos con la flora intestinal y la predisposición genética. Entre los tratamientos farmacológicos se incluyen antibióticos, corticoides, inmunomoduladores o terapias biológicas, entre otros.