Son muchos los que manifiestan su sorpresa al ver el número de personas que sufren alergias y enfermedades autoinmunes en los países desarrollados frente a los países con menos recursos, algo a lo que busca dar respuesta la hipótesis de la higiene. Esta sugiere que, al contrario de lo que se puede pensar, evitar enfermedades y, sobre todo, sobreproteger a los más pequeños no son las medidas más adecuadas para el desarrollo de nuestro sistema inmunitario. ¿Qué es la hipótesis de la higiene? Sigue leyendo: te contamos todo lo que necesitas saber.
Inicios de la hipótesis de la higiene
En 1989, David Strachan hablaba por primera vez de la hipótesis de la higiene, relacionando el aumento de enfermedades autoinmunes y determinadas alergias con un descenso cada vez mayor de exposición a los gérmenes. Así, al contrario de lo que muchos puedan pensar, la exposición directa a virus, bacterias y parásitos desde edades tempranas es beneficioso a la hora de reforzar el sistema inmunitario, contribuyendo a que el cuerpo aprenda a marcar la diferencia entre las sustancias nocivas y las que no lo son y a evitar, a la vez, una sobrerreacción.
La relación de la microbiota intestinal y la hipótesis de la higiene
Como seguro que ya sabes, el equilibrio de la microbiota intestinal es esencial para el buen funcionamiento de nuestro organismo. Y es que estos microorganismos que habitan en nuestro intestino contribuyen en gran medida a diferentes aspectos de nuestra salud, como evitar infecciones gastrointestinales, fabricar vitaminas esenciales, ayudar a absorber determinados minerales y nutrientes… pero también a nivel de defensas.
Primeras hipótesis indican que los desajustes en la flora intestinal o la falta de variedad en este ecosistema podrían estar relacionados con determinadas enfermedades, como la inflamación intestinal, la obesidad y hasta trastornos de ansiedad o depresión. Esta falta de diversidad puede explicarse por la hipótesis de la higiene, entre otras.
Al día de hoy, los niños crecen con agua potable, alimentos procesados y múltiples avances sanitarios que hacen que se expongan en menor medida a bacterias y gérmenes patógenos. De esta forma, en muchos casos su microbiota intestinal no se desarrolla como debería y no puede cumplir con su rol de enseñar al sistema inmune a no sobrerreaccionar al encontrarse en algún momento con este tipo de agentes. Esta exposición microbiana es esencial para que nuestro sistema inmunitario aprenda a reconocer y a tolerar tanto los agentes externos como nuestras propias células.
Los límites de la hipótesis de la higiene
Aunque sea beneficioso para los más pequeños exponerse a determinados agentes externos, estando, por ejemplo, en contacto con la naturaleza o con animales de granja, hay que saber reconocer los límites. A este nivel, los extremos son contraproducentes. Ni es bueno que los niños no se expongan en ningún momento a agentes externos ni tampoco exponerlos sin ningún tipo de cuidado. Así, por ejemplo, las vacunas o los tratamientos médicos son elementos a los que no se debería renunciar durante el desarrollo y el crecimiento de los más pequeños. La clave está en todo momento en el sentido común.